viernes, 31 de diciembre de 2010

¡SUCEDIÓ HOY! - HIP HIP HOORAY

31 de diciembre, a las cinco de la mañana, aproximadamente. Soy ave nocturna. Normalmente, a eso de las cuatro el cansancio suele pesar más que el libro que leo, y entonces aprovecho esos últimos minutos para centrarme en lo que sea que esté escribiendo. Enfoco la trama, los nudos que necesito desatar, y casi siempre consigo allanar un poco el camino. Muy rara vez, sin embargo, ese ritual agónico se me va de las manos, los nudos se desatan con demasiada facilidad, el sueño se evapora y las revelaciones se suceden una tras otra, como fichas de dominó. La sensación de que esas ideas reveladoras no podrán ser evocadas más tarde es horrible. Me aqueja la necesidad de escribirlas.

Esto me ha sucedido no más de cinco veces en mi vida, y ayer fue una de esas. Así que me levanté, enfundado únicamente en unos bóxers (por este lado del mundo el calor está haciendo de las suyas) y me planté frente a una gran pizarra blanca que tengo en mi estudio. La escena debió resultar atractiva para una peli: el autor en calzoncillos escribiendo frenético como si desarrollara una fórmula matemática revolucionaria. Me veo escribiendo con el rotulador sin parar, haciendo cuatro listas y saltando de una a otra para no olvidarme de nada; cada lista desde el punto de vista de un personaje. Todo cierra.


Hoy me levanté y casi todo está ahí (casi todo el resto de la historia, no es que alguien haya borrado nada). Cuando uno escribe sus historias sin planificarlas, avanza con el miedo latente de no poder seguir, de atascarse, de modo que estos momentos de lucidez traen tranquilidad, especialmente si corresponden al tramo final, como en este caso.

Que esto haya sucedido el último día del año me parece singular. Como si fuera el último regalo de un año que ha dado mucho, aunque uno, injustamente, nunca esté conforme. Este 2010 he publicado mi novela (¡Al fin!), he recibido muy buenas críticas, entablado relación con lectores geniales, conocido a autores y colegas extraordinarios y he terminado hace unos meses mi cuarta novela, la única que hace que hinche el pecho de orgullo cada vez que pienso en ella. Sí, sí; el 2010 no ha estado nada mal.

Para todos, ¡un muy feliz año nuevo!

2 comentarios:

  1. Feliz año, master! Que el 2011 sea mejor aún, pero siempre sin cubrir todo lo que uno quisiera. De esa manera, siemper hay más fuerza para lo que viene.

    Abrazo!
    Ari

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  2. ¡Feliz Año Nuevo para ti también! Eh... por cierto, lo que has hecho se parece mucho a la planeación :-P ¿Lo ves? ¡Nadie es inmune! (Me agacho para no recibir el zapatazo en la cara.)

    Gissel

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