sábado, 28 de agosto de 2010

EL ORIGEN (Inception)


Cuando me corto el pelo tengo preferencia por los peluqueros silenciosos. Si con el correr de las sesiones el hombre se siente obligado a entablar conversación, sé que tarde o temprano buscaré otro. Pero es el único condicionamiento en cuanto al proceso. Fuera de eso, no me preocupa si me corta con tijera o navaja, si necesita lavarme la cabeza o mantener el pelo húmedo con un atomizador, si corta primero una mitad y después la otra, si es rápido o se toma su tiempo. No soy un veedor de técnicas peluqueriles. Lo único que me preocupa —menos que a la mayoría, debo reconocer— es el resultado final.

¿Y a qué viene esto? Bueno, es que lo mismo me pasa con las películas entretenidas. Si una película me ha entretenido —si el tiempo en el cine ha volado—, me alcanza y me sobra. Y El origen lo consiguió con tanta eficacia que casi ni me atrevo a analizar nada de ella. Es buenísima. Te mantiene pegado a la butaca, hechizado como una serpiente ante su encantador.

Cerca del final, cuando faltaban menos de veinte minutos para el desenlace —en ese momento no lo sabía pero lo intuía—, un espectador que estaba cerca mío debió levantarse por una emergencia (no sé cual); la muchacha que lo acompañaba le alcanzó a susurrar que ella le contaría qué sucedía durante su ausencia. Y yo, lejos de sentirme molesto por la breve interrupción, pensé: “Pobre, tener que levantarse justo en este momento. Yo no me levantaría por nada del mundo. POR NADA del mundo”. Incluso pensé que, si me viera forzado, preferiría no volver a entrar a la sala y verla de nuevo; todo para no perder ni un segundo de ese juego de muñecas rusas que propone la película. Formidable.

Creo que un acierto grande es que la trama logra cierta simpleza. Podrían haber hecho una historia complejísima, que requiriera de una segunda vista para ser entendida, pero sin embargo el director ha contado una trama difícil de un modo accesible. Mi sensación es que la película esconde detalles para descubrir en una segunda vista (de hecho, voy a verla otra vez para terminar de atar algunos cabos), pero la idea general se entiende y se disfruta. No es una película en la que vamos a ciegas, a la caza de un guión concebido para que no podamos darle alcance. Este es franco, inteligente e ideal para ser representado en la gran pantalla. Di Caprio genial, como siempre. Cillian Murphy ya me había sorprendido en Red Eye y destaca en el reparto. Y de la dirección de Nolan y los efectos visuales, no cabe más que maravillarse.

Sumamente recomendable. De las que DEBEN verse en el cine. La última escena te hace contener el aliento como ninguna otra que haya visto.

sábado, 21 de agosto de 2010

Reseña de La cúpula, de Stephen King – Para los que SI lo han leído. (PARTE 2)


En esta segunda parte voy a centrarme en los aspectos que, en mi opinión, han hecho que La cúpula no escale posiciones en la vasta bibliografía de Stephen King y que, lamentablemente para los que habíamos depositado expectativas —quizás excesivas— en ella, se sitúe en el tercio medio de las obras de este autor. La cúpula pudo ser un libro grandioso que debe conformarse con ser bueno.

Les recuerdo a todos que destriparé el argumento, de manera que aquellos que aun no han leído la novela, abstenerse de lo que sigue.

Me costó mucho llegar a determinar con precisión las razones por las que sentí que esta novela no consiguió sacar todo el potencial que el planteamiento inicial prometía. Es que King tiene la capacidad de crear personajes y hacerlos interactuar de manera brillante, y de eso se trata en gran medida La cúpula; acompañarlos página tras página resulta subyugante y placentero. La lectura se disfruta, y mucho. Queremos seguir leyendo. Con cúpula o sin ella, los pobladores de Chester Mills no son bidimensionales, creaciones estereotipadas sin sustancia, sino bien reales. ¿Cómo resistirse a saber más de, por ejemplo, la desdichada Sammy Bushey? Esta joven con su pasado de torturadora de muñecas, sola con su hijo pequeño, que debe soportar el maltrato de la policía y llegar al hospital en una caminata que casi termina con su vida. Y esa es la sensación ambigua que me produjo la lectura, por un lado me entretuvo mucho, quería seguir conociendo a toda esta gente, pero por el otro... ¿y la cúpula?

La cuestión que sintetiza la falencia de esta historia es la siguiente: El impacto que la cúpula causa en los pobladores no es excesivo. Alguien dirá: “¡¿Cómo que no es excesivo?! ¡Nadie puede entrar o salir!” Es cierto, pero la permeabilidad de información y el poco tiempo transcurrido entre el inicio hasta el desenlace, hacen que los conflictos derivados no tengan mucho que ver con todo el potencial que una situación de aislamiento posee. Pensemos en qué hubiera pasado en CUJO, si King nos hubiera narrado sólo las primeras dos horas dentro del Ford Pinto. Seguramente Donna y Tad no se hubieran deshidratado ni pasado las vicisitudes que debieron atravesar. Claro, Stephen hubiera conseguido contarnos cosas interesantes de ellos, y el terror ante el San Bernardo enfurecido se hubiera hecho presente, pero, de nuevo, el aislamiento no hubiera dado lo máximo de sí.

King elige contarnos los primeros días de esta cúpula, y lo que consigue es que los conflictos que atañen a los personajes tengan que ver con turbios manejos políticos, excesos policiales, manifestaciones populares, abusos de autoridad... es decir, nada que no suceda en una ciudad sin un campo de fuerza que la rodee. Ninguna situación de desabastecimiento (de combustible, de gasolina, de propano, de alimento) llega a ser de peso y crítica. Tengo la sensación de que, con algunos ajustes, la misma historia de estos personajes podría haber tenido lugar sin cúpula.

Esta baja injerencia de la cúpula —por llamarla de alguna manera—, cambia en las últimas 150 páginas, con la explosión y la falta de oxígeno. Y aquí SK se redime. Pero es sólo el desenlace.

Dicho lo anterior, vamos a puntualizar estos “puntos bajos”. Los dos primeros son a mi criterio los más importantes.

Comunicación con el exterior

Me desconcertó que King permitiera que la cúpula fuera permeable a las ondas electromagnéticas exteriores, y que los ciudadanos de Chester Mills pudieran ver televisión y comunicarse con el exterior por medio de móviles. Parece algo menor, porque de hecho no se hace demasiado hincapié a lo que el “resto del mundo” dice de esta cúpula (lo cual me parece bien). Pero para mí es crucial por una cosa. Los manejos de Big Jim para manipular a la población resultan muy poco creíbles, y sólo cabría aceptar que los habitantes los creyeran sólo basados en, quizás, cierto carácter crédulo típico de un pueblo pequeño, o al desconocimiento producto del aislamiento. Veamos la situación con frialdad: El presidente Obama ha designado a Dale Barbara para conducir las cosas dentro de la cúpula. Esto lo ha hecho en pleno conocimiento de lo que sucede dentro, pues está claro que hay comunicaciones. La maniobra de Big Jim consiste en encerrarlo en prisión por cuatro asesinatos —cuyos cuerpos nadie ha visto— porque una identificación de Barbara estaba en uno de los cadáveres... Big Jim puede creer que sus maniobras políticas son inteligentes (cuando en realidad no lo son) pero... ¿y el resto? Esto es relevante porque los manejos de Big Jim ocupan buena parte de la novela.

Vivencias de los personajes/conflictos

Lo dicho antes: no explotan la situación de aislamiento. Los excesos policiales o la violación son despuntes de algo que podría haber dado para muchísimo más. Durante mil páginas Chester Mills se sigue manejando más o menos como una ciudad “abierta”. Insisto en que los personajes son magníficos, pero me hubiera encantado verlos en otro tipo de problemas, como ocurre al final. Está claro que, para conseguir esto, King debería haber hecho saltos temporales, y en lo personal me hubiera gustado sólo uno a la mitad.

La conformación de “la cúpula”

Este es un detalle menor, pero me disgustó sobremanera. La cúpula tiene en realidad forma de bota; la forma exacta de la ciudad, para que la encierre perfectamente. Está claro que cuando King describía el incidente inicial “justo” en la frontera, no tenía ni idea del final de la historia. Como el se ha encargado de decir más de una vez: cuando escribe no planifica hacia adelante, menos el final. Sin embargo, sabiendo que la cúpula resulta ser un juego de niños extraterrestres, que imagino les importarán un rábano las fronteras de una ciudad diminuta, ¿no debió cambiarlo? El autor dice en algún momento que por tratarse de una forma caprichosa, la cúpula debe tener que ver con el hombre. Les concedo una cosa: lo ridículo del final exime de cualquier análisis serio.

Dale Barbara, el “héroe”

Esto debe ser una especie de record: el personaje principal tiene una injerencia nula. Primero, tras ser nombrado responsable para encontrar la fuente del campo de fuerza, se dedica a cocinar como si nada; después es capturado y se la pasa en la cárcel —esta no es su culpa, claro que no—y cuando sale, ni siquiera la idea de regresar a la fuente es suya. Hasta el borracho del pueblo piensa en los neumáticos antes que él. Dejando las ironías de lado, me hubiera gustado una participación activa de este personaje, con un impacto más resuelto en la trama, especialmente durante su estadía en la cárcel, que resulta excesiva en tiempo.

Tecnología

Está claro que King no es un autor al que le interese ser puntilloso con estas cuestiones, y en esta novela se mete con algunas “explicaciones”, a mi modo de ver, con el pie izquierdo. Que la forma de la cúpula sea en realidad una bota y termine siendo el resultado de un juego extraterrestre (por más que es posible, no lo niego) habla de la poca atención dedicada al asunto. El cordón de radiación alrededor de la fuente tampoco tiene mucho sentido, por no decir ninguno. En determinado momento incluso es luminoso, otra contradicción con el propósito aparente. Stephen nos tiene acostumbrados a que las explicaciones en sus novelas son cualquier cosa menos científicas (o lógicas), y está bien, pero aquí lo hace con una liviandad que incomoda un poco. ¿Son comunes los generadores de Propano en Chester Mills? Parece que sí. MUY comunes. ¿Y los de gasolina? ¿No hay ninguno? Julia coloca ediciones de su periódico en las esquinas pero, ¿y el correo electrónico o la televisión? Son cuestiones no menores que los personajes debieron preguntarse en algún momento. ¿Cuánta gente tiene energía y ve la tele, y cuanta de esa gente habla con otras personas? ¿Y la radio? Supongo que todos los habitantes tienen acceso a unas pilas y una radio. La lógica indica que Julia podría haber enviado un email al exterior y desde allí la televisión informaría la verdad junto con alguna emisora de radio, o varias. La población debía estar al corriente de todo cuanto sucede en Chester Mills, y no cegada ante las maniobras previsibles de Big Jim. Stephen no explora estas opciones. Prefiere que todos los habitantes estén pendientes —¡Viendo por televisión y por internet!— cómo un misil (que sabemos no hará nada) impacta en la cúpula, pero al parecer no se pueden usar esos mismos canales para informar exactamente lo que sucede y abrirle los ojos a la población —si acaso no es capaz de abrirlos por sí sola.

Dos de las historias que a mí personalmente más me cautivaron —de las muchas que tienen lugar en la novela—son la de Sammy Bushey y la de Junior Rennie. Una es la historia de una madre soltera acosada por fantasmas y problemas; la otra es la de un hombre con un tumor cerebral que, simplemente, ha enloquecido al punto de convivir con dos cadáveres a los que considera “sus novias”. Ninguna tiene mucho que ver con una cúpula que ha encerrado a un pueblo. Ambas son perfectamente posibles en otro contexto, y eso creo que dice mucho.

La cúpula me gustó. Me gustó bastante, de hecho. Pero el libro que Stephen King podría haber escrito me hubiera fascinado. Quizás el manuscrito que empezó en 1981, que llevaba por título “Los Caníbales” y que fue el primer intento de escribir esta novela, sí era ese otro libro fascinante. Quién sabe.

viernes, 13 de agosto de 2010

Reseña de La cúpula, de Stephen King – Para los que SI lo han leído. (PARTE 1)


Aaahh... Ahora sí podemos conversar sin temor a que se nos escape el final. Para algún distraído, lo que diré a continuación destripa el argumento de manera carnicera, de manera que aquellos que no han leído la novela y piensan hacerlo, abstenerse de lo que viene. Al mismo tiempo, adelanto que lo que haré a continuación no será una descripción de la trama, que asumo todos conocen, sino un análisis de lo que a mi juicio caracteriza a esta novela.

Primero intentaré resumir por qué a mí esta historia no terminó de seducirme y considero que se posiciona entre las obras de King “del medio”. Las más de mil páginas le pedían, a priori, un plus a esta obra tan esperada y a cuya presentación en NY tuve la suerte de asistir en Noviembre del año pasado. Los antecedentes eran auspiciosos; nadie podía pasar por alto el regusto a Apocalipsis, la novela que narra las peripecias de los supervivientes de una Super-gripe, la conformación de bandos y la lucha por sobrevivir en un mundo donde las reglas han cambiado. Y lo mismo esperábamos que sucediera en esta cúpula. Que King en determinado momento hubiera barajado como nombre “Los caníbales” ya nos decía mucho. La cúpula no sería más que una excusa para relatar lo que acontecería en su interior, en Chester Mills, donde, otra vez, las reglas cambiarían drásticamente y sus pobladores no tendrían más remedio que adecuarse a ellas. Es injusto juzgar a un autor por lo que nosotros esperamos de determinada obra. Lo que sucede con King, o al menos me sucedió a mí, es que supe positivamente lo que podría haber hecho con esta idea. Las condiciones estaban dadas. Su nivel literario últimamente está muy alto (En La Cúpula efectivamente consigue cosas a nivel narrativo que ha hecho pocas veces) y la idea tenía un potencial increíble. Podría haber superado a Apocalipsis tranquilamente. ¡Podía haber sido su mejor novela! Pero no lo fue... ni de lejos... ¿Qué falló?

Varias cosas.

Pero antes de adentrarme en intentar explicar el tropiezo de esta obra grandiosa que se quedó a medio camino, voy a ocuparme de los puntos ALTOS de la novela, que no son pocos ni despreciables. Voy a cada una de ellos:

El comienzo

Sublime. La novela se presenta de manera impecable. Varios eventos simultáneos se van entrelazando y los protagonistas, al mismo tiempo que el lector, van descubriendo las peculiaridades de este misterioso campo de fuerza. Además cumple de manera efectiva con la presentación de una cantidad increíble de personajes, y a todos ellos logra darle rasgos distintivos para que el lector los identifique. Pocas veces —estoy tentado de decir nunca—, he leído una obra con tantos personajes y todos tan bien presentados. Cuando alguno de ellos “se ausenta” durante muchas páginas, allí están las ayudas del autor al rescate para refrescarnos la memoria. La lista de personajes que acompaña el libro no hace daño, y sin duda será de utilidad para aquellos que no dispongan de mucho tiempo para leer la novela, pero para el que puede hacerlo a ritmo constante no es necesaria. Puesto que la presentación de personajes tiene su aceleración máxima en el inicio, podía haber resultado pesado, y sin embargo, no sucede así. Además, el descubrimiento de esta cúpula por parte de los habitantes, en contraposición a ser presentada en sociedad por el narrador, es un acierto grande.

La fauna de personajes

El otro punto sobresaliente de la novela. Hay una cantidad asombrosa, y todos son bien caracterizados. Algunos surgen como secundarios incluso en medio del relato, o cerca del final, y van cobrando protagonismo paulatino, y aun así el lector los recuerda. Eso es un mérito notable. Thruston Marshall u Ollie Dinsmore son perfectos ejemplos de personajes que aparecen tarde y que sin embargo van tomando vuelo. He contado 64 personajes del listado, ¡y todos ellos cuentan con participación activa en la historia! Hace ya unos días que he terminado la lectura e identifiqué a todos y de todos pude recordar cosas. Otro logro impresionante para el podio de lo bueno que tiene esta novela.

El final

Aquí no se trata de buscar ser objetivos —casi todo lo que diré va de la mano de mis gustos personales— y el final es quizás el punto donde más se pondrá de manifiesto, donde más opiniones encontraremos. No me extrañaría que la mayoría se sienta decepcionado con el desenlace o que lo tilde de los calificativos más severos. A mí me ha encantado. Hay que reconocerle al gran King la osadía, desfachatez, arrojo y brillantez para desembarazarse con un final así, que sin duda generará todo tipo de reacciones. Que la cúpula sea el resultado de un juego de un puñado de niños alienígenas es... como dirían en los USAs: “too much” Es un final tan descabellado y simple (una cajita pequeña es responsable de todo) que se pasa para el otro lado; la aguja recorre todo el dial y da una vuelta completa. Ya no se ven estos intentos. Y alguien podría decir: “Stephen es el rey, puede hacer lo que quiere” Y lo cierto es que no es así. Esta novela representaba una jugada fuerte de la editorial, con gira promocional incluida y en medio de una guerra entre las grandes tiendas y los fabricantes de reproductores de libros electrónicos. Mucha gente dependía de que esta novela funcionara, y si bien no creo que su profesionalismo fuera a verse condicionado por una cuestión meramente mercadotécnica, seguramente debe haberle dado vueltas a la cuestión en algún momento, especialmente con este final entre manos.

Yo estaba preparado (de hecho estaba convencido) de que la razón de ser de La Cúpula no llegaría a conocerse; que desaparecería de la misma manera en que había aparecido, sin que nadie tuviera idea de los motivos. Sin embargo King se atrevió a “explicarla”. Me divertí mucho y cuando Julia recordaba su incidente de la niñez, con las niñas que se pelean con ella, todo eso entrelazado con las visiones de los niños espaciales, vi al King genial y legendario, capaz de sumirnos en una realidad que roza lo ridículo casi sin que nos demos cuenta.

Los “Letherheads” me gustaron muchísimo. Cerca del final hay una frase que me encantó (no dispongo de la versión en Español, pero es muy simple y supongo que la traducción será muy literal): “—Bodies aren´t real. Bodies are dreams” ¡WOW!

Sin embargo, y consciente de que el final es donde más se dividirán las aguas, también me gustó mucho el último tramo de la novela, desde la explosión, donde cada grupo — Big Jim, el grupo principal y el pobre Ollie Dinsmore— debe sobrevivir sin oxigeno. Este estirón final le inyecta tensión a la historia y prepara el desenlace de forma admirable. Otro logro conseguido. Un cierre a la altura.

El estilo

Otro punto altísimo de la novela. King demuestra, como en sus últimos trabajos, que el estilo ha llegado a un grado de perfección suprema, aunque quizás sacrificando un poco de su magia. No sólo la dosificación de ayuda memorias, sino también el relato de acciones simultaneas que llevan mucho tiempo, o escenas complejas como las que incluyen a los aliens. Es un placer leer esta novela y un manual de cómo se hacen las cosas para todos lo que recién empezamos.

Y hasta aquí llegan los puntos ALTOS de esta extensa novela. Mi opinión es que son aspectos no menores y significativos, que ameritan la lectura del libro y que, como he dicho, la posicionan en el pelotón central de todas sus novelas.

En la próxima entrada, los puntos BAJOS. Algunos de ellos, me temo, han sido importantes al punto de contrarrestar buena parte de lo antes mencionado.

TO BE CONTINUED...