domingo, 14 de noviembre de 2010

La mano de STEPHEN KING

Qué misterio cómo funciona nuestra memoria. Algunos podemos recordar el nombre de aquella actriz rubia que acompañaba a Robin Williams en Patch Adams, la misma que interpretó a la detective que, junto a Morgan Freeman, participó en la adaptación de la novela de James Patterson, pero somos incapaces de recordar el resultado del partido de fútbol que vimos ayer. Memorizamos lo que nos interesa, parece. Claro que si fuera así entonces yo sabría más de historia, y de geografía y de política ¿y de fútbol?, y no tendría que consultar decenas de veces quiénes eran los aliados de la segunda guerra o los límites de los países en Europa del Este. Algo un poco oscuro comanda las prioridades, parece. Algunos recuerdos se esconden, y otros se graban a fuego, con olores, música y texturas. Son pocos, pero ahí están. Se autoproclaman, parece. Me viene a la cabeza la palabra Milestone. Son hitos, o mojones, o referencias; como los puntos numerados que al unirlos forman figuras. Esos momentos nos definen, son nosotros. Cuando abro el libro IT de Stephen King y huelo su papel avejentado, me veo apenas un adolescente, leyendo sus páginas, ensimismado, un verano de lectura compulsiva bajo la sombra de una gran mora en el jardín de mi casa. No sé qué valor literario tenga King, qué se yo. Sus libros llegaron a mis manos cuando alguno tenía que hacerlo, dejaron marcas, me enseñaron. Me enseñaron a querer escribir, parece. Este mes se cumple un año del día en que pude estrecharle la mano y decírselo. Cada vez que veo la fotografía o pienso en ese momento, vuelvo a hacerlo. Parece.


La fotografía fue tomada durante la gira de presentación de La Cúpula, un año atrás. Pero si a alguien le interesa:

Parte I – Por Ariel Bosi

http://www.stephenking.com.ar/revista/144/afondo1.htm

Parte II – Por Ariel Bosi

http://www.stephenking.com.ar/revista/145/afondo2.htm

Parte III – Por Ariel Bosi

http://www.stephenking.com.ar/revista/146/afondo.htm

Parte IV – Por Ariel Bosi

http://www.stephenking.com.ar/revista/147/afondo2.htm

Parte V – Por Oscar Sendín

http://www.stephenking.com.ar/revista/148/afondo2.htm

Parte VI – Por Oscar Sendín

http://www.stephenking.com.ar/revista/149/afondo.htm

Parte VII – Por Federico Axat

http://www.stephenking.com.ar/revista/150/afondo.htm

Parte VIII – Por Federico Axat

http://www.stephenking.com.ar/revista/151/afondo.htm

lunes, 8 de noviembre de 2010

Las viudas de los jueves – Claudia Piñeiro


Título: LAS VIUDAS DE LOS JUEVES
Autora: Piñeiro, Claudia
ISBN: 978-950-782-715-0
Colección: Premio Clarín Alfaguara
Sello: ALFAGUARA
Págs: 320

Claudia Piñeiro es una premiada escritora argentina con seis novelas en su haber. Las viudas de los jueves es su segunda novela, ganadora del premio Clarín Alfaguara en 2005, y cuya adaptación cinematográfica vio la luz el año pasado.

¡Qué fácil resulta reseñar un libro cuando es tan bueno! No tiene un solo pero. El estilo de la autora es correctísimo, resaltando su habilidad para ganar complicidad y concebir el clima adecuado mediante el uso de la terminología, el tono y el vocabulario apropiado. Uno estaría tentado de pensar que la autora ha vivido en un country, donde tiene lugar la historia, que es experta en golf, en jardinería, en las normativas internas de estos barrios cerrados; en fin, que sólo habiendo llevado una vida similar a la de alguno de sus protagonistas pudo haber sido capaz de describirla con tanta brillantez. Pero al mismo tiempos su agudeza —y a veces su sinceridad desnuda— hacen suponer que sólo alguien que “lo ve de afuera” y que tiene el espíritu crítico y un talento literario evidente, puede ser tan eficaz a la hora de bosquejar esta realidad y escrutarla. Estoy seguro que la segunda opción es la correcta. No estamos en presencia de una autora que escribe de lo que sabe, sino de una que se informa para saber y escribe, y eso se nota.

La historia se desarrolla en la Argentina de fines de los años noventa, y describe el comportamiento de seis familias vecinas en un country de las afueras de Buenos Aires: Los Altos de la Cascada (genial el nombre). El relato presenta una radiografía precisa y demoledora del estilo de vida de seis familias acomodadas, aisladas en este barrio cerrado con características de fortificación, de sus valores trastocados y sus airosas batallas por aparentar, pero que sin ningún esfuerzo el lector puede decodificar y extrapolar a buena parte de nuestra sociedad. En los Urovich, los Scaglia, los Guevara, los Insua, los Massotta y los Andrade, Piñeiro explora casi todas las miserias humanas y nos cuenta cómo buena parte de ellas van a parar debajo de la alfombra. Lo destacable de la novela es que este verdadero estudio social viene solapado en una historia que tiene una gran dosis de intriga, un sólido hilo conductor y personajes memorables. Merece una nota especial el personaje del Tano Scaglia, meticulosamente concebido y que, a pesar de ser un tipo bastante insoportable (desde mi óptica) logra que su situación nos llegue a conmover (otra vez desde mi óptica).

No quiero que los que lean estas líneas se lleven la falsa impresión de que el gran mérito de esta novela es el estudio sociológico. No es así. Lo anterior funciona como un telón de fondo de lujo, tan apasionante que se presta para el análisis y la admiración, pero la novela tiene trama y engancha mucho. Comienza con la muerte de algunos personajes (no sabemos cuáles), y luego se retrotrae unos diez años y nos relata cómo estas familias fueron llegando a Los Altos de la Cascada, se fueron conociendo y relacionando entre sí. Y aquí viene el que, para mí, es el mayor acierto de la novela: el modo impecable en que están concebidos los saltos temporales. Piñeiro elige contar esta historia a través de anécdotas que suceden a lo largo de todos estos años: la llegada de una de las familias al country, un cumpleaños, un partido de tenis, una reunión de navidad, cada capítulo constituye un momento preciso cuidadosamente seleccionado. Al principio desconcierta un poco, porque como lectores queremos saber qué sucede al minuto siguiente en que termina un capítulo y la autora nos “obliga” a viajar meses o años hacia adelante, pero rápidamente nos damos cuenta de que estamos en presencia de una autora magistral, con la habilidad para hacernos saber qué ha sucedido en esos vacíos sin detenernos en ellos. Este es un logro para quitarse el sombrero. De estas anécdotas, sólo por mencionar algunas, son destacables los pasajes de Romina y su particular condición, entre muchísimos otros; nombrar unos es ser injustos con otros.

El narrador merece un apartado. Partes de la novela son narradas por Virginia, una de las mujeres que conforman este clan de familias, pero también por otro narrador “misterioso”, anónimo y mucho más selectivo a la hora de contarnos lo que sucede dentro de este mundo de ensueño. Particularmente lo he tomado como un gran recurso para ser fiel a los ángulos que ofrecen la historia. Otra vez, un detalle de este tipo podría haber sido un experimento fatal de no haber sido llevado adelante con pericia.

Después de leer la novela he visto la película. Pero esto se está haciendo largo y mejor no mezclar peras con manzanas. Ya le dedicaré una entrada.

¡Fantástica novela!

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