lunes, 8 de noviembre de 2010

Las viudas de los jueves – Claudia Piñeiro


Título: LAS VIUDAS DE LOS JUEVES
Autora: Piñeiro, Claudia
ISBN: 978-950-782-715-0
Colección: Premio Clarín Alfaguara
Sello: ALFAGUARA
Págs: 320

Claudia Piñeiro es una premiada escritora argentina con seis novelas en su haber. Las viudas de los jueves es su segunda novela, ganadora del premio Clarín Alfaguara en 2005, y cuya adaptación cinematográfica vio la luz el año pasado.

¡Qué fácil resulta reseñar un libro cuando es tan bueno! No tiene un solo pero. El estilo de la autora es correctísimo, resaltando su habilidad para ganar complicidad y concebir el clima adecuado mediante el uso de la terminología, el tono y el vocabulario apropiado. Uno estaría tentado de pensar que la autora ha vivido en un country, donde tiene lugar la historia, que es experta en golf, en jardinería, en las normativas internas de estos barrios cerrados; en fin, que sólo habiendo llevado una vida similar a la de alguno de sus protagonistas pudo haber sido capaz de describirla con tanta brillantez. Pero al mismo tiempos su agudeza —y a veces su sinceridad desnuda— hacen suponer que sólo alguien que “lo ve de afuera” y que tiene el espíritu crítico y un talento literario evidente, puede ser tan eficaz a la hora de bosquejar esta realidad y escrutarla. Estoy seguro que la segunda opción es la correcta. No estamos en presencia de una autora que escribe de lo que sabe, sino de una que se informa para saber y escribe, y eso se nota.

La historia se desarrolla en la Argentina de fines de los años noventa, y describe el comportamiento de seis familias vecinas en un country de las afueras de Buenos Aires: Los Altos de la Cascada (genial el nombre). El relato presenta una radiografía precisa y demoledora del estilo de vida de seis familias acomodadas, aisladas en este barrio cerrado con características de fortificación, de sus valores trastocados y sus airosas batallas por aparentar, pero que sin ningún esfuerzo el lector puede decodificar y extrapolar a buena parte de nuestra sociedad. En los Urovich, los Scaglia, los Guevara, los Insua, los Massotta y los Andrade, Piñeiro explora casi todas las miserias humanas y nos cuenta cómo buena parte de ellas van a parar debajo de la alfombra. Lo destacable de la novela es que este verdadero estudio social viene solapado en una historia que tiene una gran dosis de intriga, un sólido hilo conductor y personajes memorables. Merece una nota especial el personaje del Tano Scaglia, meticulosamente concebido y que, a pesar de ser un tipo bastante insoportable (desde mi óptica) logra que su situación nos llegue a conmover (otra vez desde mi óptica).

No quiero que los que lean estas líneas se lleven la falsa impresión de que el gran mérito de esta novela es el estudio sociológico. No es así. Lo anterior funciona como un telón de fondo de lujo, tan apasionante que se presta para el análisis y la admiración, pero la novela tiene trama y engancha mucho. Comienza con la muerte de algunos personajes (no sabemos cuáles), y luego se retrotrae unos diez años y nos relata cómo estas familias fueron llegando a Los Altos de la Cascada, se fueron conociendo y relacionando entre sí. Y aquí viene el que, para mí, es el mayor acierto de la novela: el modo impecable en que están concebidos los saltos temporales. Piñeiro elige contar esta historia a través de anécdotas que suceden a lo largo de todos estos años: la llegada de una de las familias al country, un cumpleaños, un partido de tenis, una reunión de navidad, cada capítulo constituye un momento preciso cuidadosamente seleccionado. Al principio desconcierta un poco, porque como lectores queremos saber qué sucede al minuto siguiente en que termina un capítulo y la autora nos “obliga” a viajar meses o años hacia adelante, pero rápidamente nos damos cuenta de que estamos en presencia de una autora magistral, con la habilidad para hacernos saber qué ha sucedido en esos vacíos sin detenernos en ellos. Este es un logro para quitarse el sombrero. De estas anécdotas, sólo por mencionar algunas, son destacables los pasajes de Romina y su particular condición, entre muchísimos otros; nombrar unos es ser injustos con otros.

El narrador merece un apartado. Partes de la novela son narradas por Virginia, una de las mujeres que conforman este clan de familias, pero también por otro narrador “misterioso”, anónimo y mucho más selectivo a la hora de contarnos lo que sucede dentro de este mundo de ensueño. Particularmente lo he tomado como un gran recurso para ser fiel a los ángulos que ofrecen la historia. Otra vez, un detalle de este tipo podría haber sido un experimento fatal de no haber sido llevado adelante con pericia.

Después de leer la novela he visto la película. Pero esto se está haciendo largo y mejor no mezclar peras con manzanas. Ya le dedicaré una entrada.

¡Fantástica novela!

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